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“Hay que mejorar las comunicaciones”

Vicente Bonet Costa, de 33 años, ha nacido prácticamente en un hotel. Hijo y nieto de hoteleros, es un ejemplo más del recambio generacional que vive el sector. Desde hace unos cinco años se corresponsabilizó de la gestión de la empresa familiar, que dispone de una plantilla de unos 40 empleados y reúne 250 camas.

-¿Qué diferencias existen entre un hotelero de Formentera y uno de Eivissa o de Mallorca?
-El trabajo es similar, aunque sí existen diferencias. La primera, el volumen de negocio, que es inferior, porque somos empresas más pequeñas. Segundo, el componente familiar de nuestros establecimientos. Esto supone una sensibilidad diferente, el tener un cariño especial al negocio. Lo sientes como una parte de tí. Un cliente es como un visitante más de tu casa. Eso se nota incluso a la hora de tomar decisiones empresariales. Los sentimientos tienen un mayor papel que si trabajases en otros sitios a la hora de tomar decisiones, incluso si te hacen gastar más dinero de lo previsto o perderlo, porque al reformar el hotel pones lo que tú colocarías en tu casa y no lo más barato. O a la hora de relacionar con un turoperador, tiendes más a confiar en quien te ha garantizado durante 30 años un flujo regular de clientes que alguien que no conoces y te ofrece un precio ligeramente mejor.
-¿Qué puede ofrecer Formentera en invierno para atraer al turismo y lograr la tan deseada desestacionalización?
-Primero, debo aclarar que no me gusta la palabra desestacionalización, porque no me la creo, no veo qué hay detrás. ¿Para qué voy a querer llenar en noviembre mi hotel si ahora mismo no soy capaz de hacerlo ni siquiera en mayo y octubre? Hablo de estos dos meses, porque todo está en marcha aún. Lo que hay que conseguir es optimizar la temporada de seis meses y poco a poco lograr su prolongación. La tendencia actual es la contraria: la temporada turística es cada vez más corta.
-¿Pero qué puede ofrecer Formentera en invierno?
-Tranquilidad, relax, un paisaje privilegiado y unas vistas increíbles. Esto lo tenemos. Ahora, si no logramos que una persona pueda salir el viernes por la tarde de Palma, Barcelona o Madrid y llegar a Formentera por la noche y volver a su casa el domingo por la noche o el lunes a primera hora, podemos tener muy buenas ideas, pero escasas posibilidades de éxito. Hay que mejorar nuestras comunicaciones. La vía directa con la Península sería muy importante.
-¿Hay que ofrecer un producto turístico diferente para lograrlo?
-Qué va. Los experimentos no tenemos que hacerlos cuando no hay nadie en el hotel. Se deben hacer cuando están llenos, con un producto que se pueda vender igual en verano como fuera de él. Por ejemplo, si hablamos de aumentar nuestra oferta de deportes, de masajes, de submarinismo, de tratamientos de belleza o de cicloturismo, ¿por qué promocionarla sólo para invierno? Si tenemos unas rutas cicloturistas y un turista viene a la Isla en agosto, lo que hay que conseguir primero es que disfrute, que se lo pase muy bien y que quede tan a gusto que piense… ¿por qué no vengo a hacer lo mismo en octubre o en mayo que no hace tanto calor?
-Aunque el turismo es el motor de la economía de la Isla, en algunos sectores sociales el hotelero aparece a sus ojos como el demonio. ¿Qué genera esta imagen?
-En Formentera este fenómeno existe, aunque no con la misma intensidad que en Eivissa. Quien critica al hotelero muchas veces lo hace desde el desconocimiento del funcionamiento interno de nuestro negocio. Parece que en el caso de un vendedor de televisiones no se ponga en discusión que si la televisión cuesta 19.000 pesetas, el margen del vendedor sea de 2.000 o 3.000. En nuestro caso, hay quien piensa que nosotros nos llevamos las 19.000. Y esto no es así, es precisamente al contrario. La industria turística es una de las que exige más reinversiones para mantener su competitividad. También quiero añadir que es obvio que durante los pasado cuatro años, el Govern del Pacto de Progreso nos demonizó. En conflictos como el de la ecotasa, y otros, desde las instituciones se vendió que estábamos en contra de todo, y a veces, parecía que la oposición a la que atacaban no era el PP, sino los hoteleros. Era suicida, pero ocurrió, con el cálculo de que con esta política mantendrían los votos de 1999. Muchos creían que sería fácil conseguirlo de esta manera. El Pacto de Progreso subió al poder en medio de grandes expectativas y ilusión entre la sociedad, parecía que iban a arreglarlo todo en cuatro días, pero su gestión turística fue perjudicial. Y el que ha acabado pagando el pato de todo esto no ha sido tanto el Pacto o los hoteleros, ha sido el conjunto de la sociedad. Para que una economía sea competitiva, es precisa la colaboración del sector privado y del público.
-¿Qué propone la Asociación de Hoteleros de Formentera?
-A mediados de enero presentaremos un documento con nuestras propuestas de modelo turístico para Formentera. Lo presentaremos a instituciones y colectivos sociales y empresariales, con la voluntad de que todo el mundo aporte sus ideas. Tendrá tres ejes. El primero, el establecimiento de prioridades en el desarrollo de infraestructuras, en un sentido general: carreteras, mobiliario público, limpieza, la construcción del hospital, etc. Segundo, la reordenación de nuestra oferta turística. Y para lograrla, hay que tener claro de qué disponemos realmente: necesitamos saber cuánta oferta legal existe y cuánta ilegal. Tercero: una especial atención a la imagen y promoción exterior de la Isla. El trabajo de promoción turística podría mejorarse. Se hacen decenas de folletos de ofertas turísticas que no existen realmente. Si no hay planificación, perdemos muchas energías y dinero en nada.

Texto: Pere Marí