“Tres mil amarres más sería una cifra bastante razonable”

“El turista náutico gasta más que cualquier otro tipo de turismo, con un consumo medioambiental bajo”

La Asociación de Instalaciones Náutico Deportivas de Baleares (Anade) agrupa a una treintena de los 68 puertos deportivos que existen en el archipiélago, que constituye la comunidad española con mayor número de estas instalaciones, según datos de la Federación Española, y, con sus 19.561, la segunda en amarres, sólo superada por Cataluña, lo que puede dar una idea de la gran importancia de esta actividad dentro de la economía y el ocio de las Islas. Desde este mes de marzo, y durante los próximos cuatro años, el presidente de Anade vuelve a ser el barcelonés afincado en Mallorca Ricardo Ferrer, vinculado a la náutica desde hace dos décadas, director del Puerto Deportivo de Santa Ponsa y que ya desempeñó esa misma presidencia entre 1990 y 2000.

¿De qué situación venimos, en los puertos deportivos de Baleares?
-En Baleares no había medios, costaba financiar los puertos deportivos. Costó mucho que empezaran a ser rentables. Llega un momento en el que se pasa un punto de inflexión y empiezan a serlo. Ganan dinero ahora, pero han pasado muchas penurias. Llevamos veinte años sin planificación y prácticamente sin hacer nada con este sector estratégico. Desde hace más de veinte años, desde que se hizo Puerto Portals, no se ha hecho ninguna otra instalación. Lo único han sido las instalaciones de la Autoridad Portuaria, dentro de los puertos de interés general, entre ochocientos y mil amarres en esos veinte años.
-Ese moderado crecimiento contrastaría con el interés que está despertando el turismo de tipo náutico.
-En todos estos años hay una demanda creciente de este tipo de turismo. Empezamos a verlo como una actividad de industria turística. Hasta ahora se hablaba sólo del aspecto deportivo. Pero cuando se hacen números, vemos que genera de cuatrocientos a ochocientos millones de euros anuales, según si tomamos los ingresos inducidos; con unos turistas cuyo gasto es superior a cualquier otro tipo de turismo, equiparable al de golf, y con un consumo medioambiental relativamente bajo.
-¿Cómo se da respuesta a esa demanda?
-Todo el mundo se está dando cuenta de que algo tenemos que hacer. Siempre hay una oposición de los sectores más radicales, en contra del desarrollo de Baleares. Pero yo creo que hay una mayoría que ve que vale la pena crecer un poco en este sector. Ahora la cuestión es ver qué posibilidades tenemos para realizar un desarrollo sostenible, como está de moda ahora, y que las Islas sigan adelante con este tipo de turismo estratégico.
-¿Construyendo nuevos puertos?
-Desde mi punto de vista, Baleares no debería hacer puertos nuevos. Es mucho mejor ampliar un puerto que ya existe, que tomar una zona de costa para construir una instalación.
-¿De cuántos amarres más hablamos?
-Tres mil sería una cifra bastante razonable.
-Ustedes insisten en que, mientras los amarres de Baleares han crecido poco durante este tiempo que aguardaban una legislación autonómica, otras comunidades, como Cataluña, se han convertido en una fuerte competencia. -Mientras que en Cataluña tienen 677 amarres de media por puerto, nosotros tenemos una de 287. Han doblado prácticamente su capacidad en estos veinte años. En Cataluña han tenido muy claro que este turismo, de alto poder adquisitivo, interesaba.
-Pero ahora ha finalizado la moratoria en Baleares.
-La moratoria se ha acabado y ahora tenemos claro los pasos que hay que dar para la ampliación de un puerto en Baleares. Pero no es tan sencillo como en una moratoria urbanística. No es como un terreno que se califica y tú sabes lo que puedes construir. En un puerto es mucho más complicado, la opinión pública cuenta mucho, a través de los Ayuntamientos.
-¿Qué dificultades representa una ampliación?
-En primer lugar, es muy difícil conseguir el permiso. Por ejemplo, la ministra Narbona no está en esa línea, sino en la de frenar este tipo de crecimiento. Soy consciente de que la belleza de los paisajes de Baleares constituye el principal atractivo para este tipo de turismo, y no tenemos que caer en el error de masificar el turismo y deteriorar nuestras playas y entorno. Pero el desarrollo siempre implica un crecimiento y una persona, cuando nace, ya empieza a consumir su territorio.
-Ahora ya existe una Ley de Puertos autonómica. ¿Qué supone para ustedes?
-Es una Ley bastante intervencionista. Cosas que llaman la atención: que los concesionarios que soliciten un nuevo título, previo pacto de un nuevo canon, pueden finalizar la concesión y acogerse a una nueva a treinta años. El problema se plantea con las concesiones anteriores a la Ley de Costas, estatal, del 88. Una interpretación unilateral considera que todas las concesiones otorgadas antes de esta Ley quedan reducidas a treinta años, a partir de la publicación de la misma. La Asociación considera que la Ley de Costas, en su articulado, no dice nada al respecto, y que la Ley de Puertos de Baleares fundamenta esto en el reglamento de la Ley de Costas, por lo que creemos que un reglamento no puede ser más restrictivo que la Ley.
-Ésta era una Ley Autonómica largamente esperada por ustedes, desde los puertos deportivos.
-Había un vacío, se necesitaba una ley y, cuando la habido, ha resultado que es demasiado intervencionista. De todas formas, la Ley no es buena ni mala, todo depende de cómo se aplique el reglamento. Estamos esperando a que salga un reglamento que pueda solucionar los problemas diarios de gestión que tenemos los concesionarios.
-Desde su punto de vista, esta nueva Ley de Puertos trata de igual manera a los clubes náuticos, es decir, asociaciones, y a las marinas, o sociedades mercantiles. ¿Eso es acertado?
-La Ley tiene que ser igual tanto para las concesiones regentadas por asociaciones, como por sociedades mercantiles. Tanto unas como otras están promocionando el deporte náutico. Lo que es verdad es que la vocación de un club es más de formación del deporte de base. Pero el aspecto de la gestión de una concesión es idéntico para una sociedad mercantil y para una asociación. Se deberá encontrar un sistema para los clubes náuticos para que, al final de sus concesiones, pueda garantizarse la continuidad de los mismos.

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