editorial

Parece como si fuera ayer cuando España entraba como miembro de pleno derecho a formar parte de la Europa que hoy conocemos. Desde entonces, nuestro país, nuestras Islas, han sabido acometer con esfuerzo y trabajo lo que durante años se nos planteó como un reto y que ahora es la realidad cotidiana de cada día. España, Baleares son Europa, y el Euro no es más que uno de los efectos que reporta el hecho de formar parte de un proyecto común. Estamos de enhorabuena. Pese a los enormes cambios que está suponiendo desde el pasado día 1 de Enero, y supondrá la puesta en marcha del Euro- prácticamente todos los analistas económicos coinciden en señalar que esta medida será beneficiosa para los países que integramos la UE-, el mero hecho de la entrada en vigor de una nueva moneda no es más que el inicio de un proyecto económico que está condenado, por suerte, al éxito. Competitividad y calidad, por tanto, son dos palabras que no deberemos olvidar nunca si queremos seguir en el buen camino de la prosperidad.

Por otra parte, y ya que iniciamos la recta final del presente siglo (que conste que la polémica está servida), debemos tener presente otra novedad que nos afecta a todos, y muy en especial a las empresas, el denominado "efecto 2000". Lejos de crear una situación de alarma, lo que es cierto es que ser previsores en este sentido cuesta ahora mismo muy poco, por no decir prácticamente nada, por lo que conviene aprovechar que las campanadas del 2.000 aún están lejanas, para informarnos, asesorarnos y decidir si nuestros ordenadores u otros aparatos con "chips", o mejor dicho, nuestros programas de ordenador, se han enterado ya de que el 2.000 es el 2.000 y no 1900. Por si acaso, hagamos uso de los medios que tenemos a nuestro alcance y no perdamos un solo segundo. La cuenta atrás ya ha comenzado...

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